La transición gradual a una sociedad sin dinero en efectivo y la disminución del papel del efectivo físico plantean nuevas preguntas delicadas, como la limitación de la libertad personal y la privacidad. La emisión de monedas digitales de bancos centrales (CBDC), cuyas perspectivas exploran cada vez más bancos centrales de todo el mundo, no hace sino aumentar estas preocupaciones.

La evolución del dinero: abandono del efectivo

El tintineo tradicional de las monedas y el crujir de los billetes se está convirtiendo poco a poco en cosa del pasado, sustituido por el zumbido continuo de las transacciones digitales. La proporción de pagos sin efectivo está creciendo en todo el mundo, y en los últimos años ha sido especialmente rápida en los países en desarrollo. 

La pandemia de coronavirus dio sin duda un gran impulso a este proceso, pero incluso después del fin de las cuarentenas y los cierres, el ritmo de declive del efectivo no ha disminuido. En muchos países (de Brasil a Kirguistán), donde en 2020 la proporción de pagos sin efectivo era inferior al 30% del total de transacciones, ahora supera el 60%.

Pero a medida que el efectivo físico pasa a un segundo plano, aflora la preocupación por la pérdida de libertad personal y privacidad.

CBDC: ¿una solución potencial o una nueva amenaza?

Las monedas digitales de bancos centrales (CBDC) son una representación digital de la moneda oficial de un país respaldada por un banco central. 

Las CBDC tienen un gran potencial para optimizar las transacciones, reducir costes y aumentar el acceso a los servicios financieros. 

Al mismo tiempo, sin embargo, las CBDC pueden actuar como una poderosa herramienta para suprimir las libertades individuales. Su introducción plantea interrogantes sobre hasta qué punto las transacciones digitales pueden ser rastreadas, controladas o incluso utilizadas como armas contra los mismos ciudadanos a los que se supone que deben servir.

La comunidad de expertos pide con regularidad que los CBDC se diseñen con tecnologías de protección de la privacidad, lo que podría hacer su uso casi tan imposible de rastrear como el dinero en efectivo.

Por ejemplo, se han propuesto pruebas de conocimiento cero y otras técnicas que limiten el acceso de los bancos centrales a la información sobre transacciones. Bueno, o al menos permitir a los ciudadanos autorregular la "visibilidad" de sus transacciones ante los reguladores. Teóricamente, por supuesto, una implantación de CBDC de este tipo es posible, pero en la práctica es extremadamente difícil interesar a los bancos centrales en un planteamiento de este tipo.

Cuestiones de seguridad y protección

El paso a los pagos sin efectivo y, posteriormente, a la CBDC agudiza aún más el problema de la ciberseguridad. Los riesgos de pirateo de cuentas, fraude en línea y robo de fondos e identidad aumentan significativamente a medida que la sociedad se aleja del efectivo. 

Por ello, los bancos centrales deben invertir en medidas de seguridad avanzadas para reforzar la infraestructura de apoyo a la CBDC. Dicho esto, la seguridad y la capacidad de ofrecer garantías a los usuarios no es ni mucho menos la principal ventaja de la CBDC frente a otros activos digitales, como las criptodivisas "tradicionales".

Educación de los usuarios

A pesar de la creciente penetración de los pagos digitales y las criptomonedas en una amplia gama de ámbitos de la vida, una gran parte de la población, incluso en los países desarrollados, tiene un conocimiento muy limitado de las monedas digitales. 

Las campañas de concienciación que ilustran los beneficios de las monedas digitales y explican los mecanismos existentes para proteger la privacidad de los usuarios y sus fondos pueden ayudar significativamente a superar los retos de las monedas digitales. Una población informada estará mejor preparada para manejar las CBDC de forma responsable y hacer valer sus derechos cuando sea necesario.

Conclusión

La disminución del uso del efectivo ha reavivado el debate sobre la libertad individual y la privacidad. Al diseñar e implantar la CBDC, los bancos centrales deberán encontrar un delicado equilibrio entre comodidad, seguridad y preservación de las libertades individuales. Además, los bancos centrales deben elaborar medidas de seguridad sólidas e iniciativas integrales de educación de los usuarios. 

El desarrollo y la proliferación de la CBDC marcarán sin duda el futuro de las transacciones financieras, por lo que es fundamental que este desarrollo no perjudique los valores fundamentales de la libertad individual y la privacidad.